viernes, 6 de septiembre de 2013

Negrura

Inevitablemente, desde la nube negra (como dice la canción de Sabina), quien quiera que pase por nuestra vereda, termina viendo nuestra negrura.

No importa cuánto nos aislemos, alguien sentirá que debe llamar a nuestra puerta, alguien preguntará cómo estamos, alguien nos saludará después de mucho tiempo. Y desde esa negrura que nos sumerge en el abismo, no alcanzamos a vestir nuestros disfraces ni a decorar nuestras máscaras. Respondemos así desnudos con el dolor a flor de piel, no intentamos ni deseamos agredir a nadie, pero como lobos de la estepa, reaccionamos desde la herida que nos conmueve y las palabras se tiñen de pesadillas en vida.

La furia de la impotencia se despega de nuestros ojos y cae sobre los pasos de quienes aterrados siguen su camino. Por eso, nos escondemos en la espesura del bosque lejos de las ciudades y el ruido, deambulamos los pasillos que nos asustan en sueños y guardamos sagrado silencio porque es difícil explicar lo que apenas si entendemos. No buscamos la manada, no llamamos a quienes amamos, no dejamos cartas ni mensajes, simplemente creemos que alejarnos, los libera de nuestras penas.

No buscamos lastimar, porque ya estamos lastimados. En un rincón pequeño, donde convergen todos los pasillos y puentes, hay una llama que jamás se apaga, un deseo escondido de que una nube de colores nos rescate de la negrura, un deseo imposible de que un abrazo nos sostenga y nos acompañe de regreso a casa.

Susie ©
Media noche
5/6 de septiembre 2013

Nube Negra  - Joquín Sabina
Cuando busco el verano en un sueño vacío,
cuando te quema el frío si me coges la mano,
cuando la luz cansada tiene sombras de ayer,
cuando el amanecer es otra noche helada,
cuando juego mi muerte al verso que no escribo,
cuando sólo recibo noticias de la muerte,
cuando corta la espada de lo que ya no existe,
cuando deshojo el triste racimo de la nada.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los apagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Cuando siento piedad por sentir lo que siento,
cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
cuando la nube negra se acomoda en mi cama,

cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los apagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra. 

Nube negra 
 

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